Es la religión del consumo la mas anunciada y extendida en el mundo, no espera un mesías ni un salvador puesto que ella en sí misma encarna la falsa salvación. Colmada de adeptos y adictos que llevan su proclama con resignado orgullo, la religión del consumo vende el cielo y regala el infierno. Pero no podrás tener lo uno sin lo otro, una y otra vez te llevara de la “felicidad” a la “desgracia”.
Foto: Maud Dampne |
Sus pastores son adiestrados desde muy pequeños y sus súbditos gente muy aplicada y fieles.
La humanidad actualmente experimenta un sentimiento de carencia que es intrínseco a la naturaleza del ego. El ego obtiene su identidad a través de la identificación con la “forma”, el ego es la identidad o el recipiente que nunca pude ser llenado.
La “forma” es la ilusión y la promesa de felicidad, el ego es miedo y carencia, la “forma” su alimento.
El ego es hambriento de la “forma” y experimenta un “sin sentido” dado que la experiencia de separación es su razón de existir. Es así que el ego es separación, es la resistencia a la verdad.
El sistema, claro esta, hace uso de este conocimiento y utiliza esta “carencia” y este vacío que experimentamos creando nuevas necesidades irreales e inexistentes las cuales son dotadas de realidad en el instante en el que depositamos en ellas nuestras creencias.
Siempre y cuando estemos identificados con los pensamientos y objetos que nos prometen una vida mejor y mayor felicidad estaremos postrados ante falsos ídolos y nuestro sentimiento de soledad y separatividad seguirá creciendo.
Mientras la percepción errónea y el ego, que son los creadores de este mundo ilusorio, y la mente, al estar identificada con ellos ,es inevitable que se continue manifestando un mundo de sufrimiento.
El sufrimiento y la ilusión como único sustituto de la carencia.
¿Puede haber algo más demente que esto?
De alguna forma nos han ido convenciendo de que la felicidad depende directamente de cuan exitosos somos en la vida y a su vez de cuanto hemos logrado acumular. La acumulación puede ser tanto material como intelectual. Cuanto más conocimiento tiene alguien sobre algún tema o cuanto más objetos posea tendemos a creer que es una persona exitosa y por lo tanto feliz. Así es que a esta religión del consumo solo le interesa que usted compre, posea y acumule, lo que inevitablemente te llevara al sufrimiento que significa estar apegado a los objetos de los cuales extraerás tu sentido de identidad. De esta forma, por la ilusión de poseer sufrimos, por ser poseídos por los mismos objetos que creemos que nos pertenecen.
Este sentido de identidad es ilusorio, el ego vive en esa y de esa ilusión. El ego es un barril sin fondo que nunca nada le sera suficiente, por lo tanto siempre habrá un auto más caro, un televisor más grande y un reloj más lujoso, así como también una mujer más bella y un hombre más apropiado.
Se ven propagandas en la televisión que llegan de forma masiva a todas las clases sociales. Un ejemplo es cuando vemos publicidad en las cuales muestran un auto de lujo, extremadamente caro.
¿Cual seria el sentido de mostrar un auto así a las masas cuando solo el 1% o menos de la población seria capaz de adquirirlo? Es sencillo, para que algo tenga determinado valor es necesario que mucha gente lo crea así, incluso aquellos que no lo pueden adquirir. La clave es que para que el ego satisfaga algunas de sus obscuras necesidades es necesario que funcione el mecanismo de comparación, “yo soy más que tú” en dependencia de lo que “poseo” . Este es uno de los aspectos más destructivos del ego.
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